No lo olvidemos, cuidemos un último rincón donde las leyes de la naturaleza se manifiestan con pocos filtros frente a las personas, donde además de admirar el paisaje podemos vivir plenamente en libertad. Vivirlas intensamente para muchos significa dejar atrás cuestiones mundanas y fútiles como la competencia, las apariencias y el confort. Un mundo donde el neón y el marketing recién han aparecido en los últimos tiempos, aunque son solo cosmética y slogans, promesas de domesticar lo indomable para acercar la montaña a los paradigmas de una sociedad que teme al aislamiento, a la incertidumbre y al peligro, ingredientes fundamentales del encuentro intimo con los dominios del ancestral e indómito espíritu de la montaña.
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